SOLEDAD PENALTA
ESCULTURAS
Inauguración, viernes 17 de enero de 2014, a las 8 de la tarde.
Hasta el 8 de febrero.
Presentamos la tercera exposición de Soledad Penalta en la galería Pardo Bazán, un espacio que ha estado atento y ha sido testigo de la evolución de sus trabajos desde hace casi dos décadas. No en vano Soledad es, en estos momentos, la escultora gallega especializada en escultura pública de grandes formatos y materiales pesados (acero cortén y hierro) de mayor trayectoria.
Sus interesantes inicios en escultura cerámica la llevan a ser seleccionada, en 1987, por la comisaria Pilar Corredoira para participar en la exposición “Tendencias”, en A Casa da Parra de Santiago. Una muestra en donde se exhibían los trabajos de los mejores escultores cerámicos del momento.
En 1989 viaja a Estados Unidos para realizar estudios en “Studio Art university” de Minnesota, en donde la existencia de grandes hornos para cerámica le permite experimentar con grandes formatos. No obstante la principal experiencia en la universidad americana es el aprendizaje de fundición y soldadura con metales y la talla directa en piedra.
En 1991 obtiene una beca de la Diputación de A Coruña que le permite realizar una estancia de cerca de un año, nuevamente, en “Studio Art university” donde completa sus estudios de fundición y soldadura de metales. Cuando regresa a Galicia construye su propio taller de fundición y comenzará a trabajar con soldadura. Desde este momento la escultora abandona definitivamente la cerámica para dedicarse a los materiales pesados: aluminio, hierro, acero, bronce, etc. En la exposición institucional “Alén Mar”, realizada en el monasterio de San Martín Pinario, en 1992, soledad Penalta exhibe por primera vez sus esculturas de cabezas realizadas en hierro cortado y plegado. Son trabajos realizados con una gran capacidad de síntesis ya que el material exige el abandono de los aspectos accesorios que le permitía la cerámica. Como contrapartida consigue unas formas monumentales de perfiles aristados y quebrados que acentúan el carácter sensual de las pátinas y óxidos superficiales que únicamente serán manipulados para introducir aquellos mínimos rasgos que les confieren la identidad de un rostro. Este tipo de trabajos los desarrolla durante toda la década de los noventa tanto en esculturas de mediano formato como en piezas de obra pública, en las que el componente de la relación espacial entre el entorno y la escultura se incorpora como un ingrediente más de sus trabajos. De estas últimas se pueden citar las esculturas realizadas para el Ayuntamiento de Muxía, A Coruña (1995); Torre de Hércules, A Coruña (1995); Baiona, Pontevedra (1999), etc.
Durante la primera década del siglo XXI Soledad Penalta desarrolla un interesante trabajo en el que además del antropomorfismo de sus cabezas, comienza a incluir trabajos con formas de inspiración vegetal en grandes formatos. De hecho esté será el tema de su anterior exposición presentada en la Galería Pardo Bazán en el año 2008. En ella, por primera vez, realiza instalaciones con pletinas de hierro cortado al plasma en las que introduce la escritura realizada al corte con esta técnica.
En la exposición que ahora se inicia, Soledad Penalta presenta una suite de esculturas en hierro y acero inoxidable de medio formato en las que se puede apreciar los progresos en la nueva técnica, que ya anunciaba en 2008 en este mismo espacio. Un lapso de seis años que ha enriquecido su trabajo y lo ha hecho merecedor de la buena acogida obtenida en sus exposiciones realizadas en París, Florencia, Sao Paulo y Galicia.
La obra actual de Soledad Penalta no ha perdido su vocación monumental. Ya sean obras de pequeño o mediano formato poseen la cualidad de poder ser ampliadas para adquirir la categoría de obra pública. Tampoco a prescindido de su carácter humano, ya que sus formas crean un diálogo entre la geometría y la figuración. Una figuración antropomórfica que a modo de abigarrada caligrafía sirve para dar calor y humanidad al rigor de unas formas en las que la curva o los contornos prismáticos forman el continente de sus trabajos.
Para Soledad Penalta la escultura es un lenguaje de comunicación y sabe expresarlo no sólo con formas sino también con palabras a través de la escritura. Sus chapas de hierro o acero inoxidable son horadadas por el calor del plasma y la caligrafía de la escultora, cubriendo extensas superficies de sus esculturas. Una escritura que habla de sus inquietudes, miedos, esperanzas, deseos…, en resumen, de su vida. Sus esculturas se convierten en documentos y testimonio de su propia existencia.
Esta erosión caligráfica del material provoca una superficie cambiante potenciada por los brillos, sombras y reflejos, efectos que activan aún más la expresividad de sus composiciones. Una expresividad que aflora del estado de ánimo de su autora y que espera que, en algún momento, pueda ser descubierta por el espectador de forma espontánea o casual lo que le hará ahondar más en el carácter y personalidad de la artista.